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¿Volver a la normalidad?

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Al Centro

Por José Luis B Garza

La tormenta que se abatió el 27 de marzo en la región norte de Tamaulipas y Valle de Texas, con especial énfasis en Reynosa, produjo efectos sin paralello, cuando menos de lo que se tenga registrado.

Nos tocó ver, en nuestra adolescencia, los estragos del huracán Beulah en septiembre de 1967 que, aunque tuvo efectos devastadores en toda la región, no se produjeron las inundaciones en colonias como aconteció en marzo, con perjuicios para miles de reynosenses.

En primer lugar la diferencia en población es enorme. Reynosa registró a partir de los noventas un desmesurado crecimiento al grado de ser considerada como la de mayor crecimiento poblacional, hay quien afirma que no sólo en México, sino en Latinoamérica. Muchos factores han influido para lo anterior 

Pero no exageramos si decimos que las inundaciones recientes son las más catastróficas de la historia. Y no es por la enorme precipitación pluvial que se registro, sino por deficiencias en planeación urbana, deficiencias en los sistemas hídricos del área y abandono en aspectos básicos de mantenimiento de los servicios públicos.

Las pérdidas millonarias de miles de residentes reynosenses aún no han sido compensadas.

En el Valle de Texas, ya hubo la respuesta requerida por parte del gobernador del Estado Greg Abbott y e senador federal John Cornyn a quien ya le hicieron un acuse de recibo con un implícito agradecimiento  los jueces de los condados Hidalgo y Cameron, Richard Cortez y Eddie Treviño, respectivamente.

Volviendo a la parte mexicana, la catástrofe  natural hizo reaccionar a las autoridades, primero del Gobierno del Estado y, posteriormente, de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien hizo acto de presencia en sectores de Reynosa y Matamoros, donde ofreció el apoyo solidario dejando en manos de la defensa nacional hacer efectivo su ofrecimento consistente en una dotación de enseres domésticos con el fin de reponer las perdidas que experimentaron lo hogares. No sabemos que alcance tenga lo anterior y cuándo se volverá a la normalidad a casi un mes de los siniestros.

Pero, de cuál normalidad hablamos.

No es normal que, como ocurría antes de la tormenta, y desde luego ahora, las calles de las principales arterias de la ciudad, con énfasis en las colonias, estén plagadas de baches de todas las dimensiones; que haya numerosas fugas de agua del drenaje o suministro del sistema de agua que difícilmnete podemos llamar potable o deficiencias en la limpieza pública. Eso en buena parte es lo que se padecía y agravó los efectos naturales de las copiosas lluvias.

Email: jose@bgarza.com

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