EN SÍNTESIS
por Alfredo Cuéllar
“Las calles de Estados Unidos
volvieron a llenarse de ciudadanos.
De Nueva York a San Francisco,
de Dallas a Chicago, millones marcharon
bajo un lema que resume la ironía
democrática de nuestro tiempo:
“No Kings” — No queremos reyes.”
PASÓ EL SÁBADO 18 DE OCTUBRE, DEL 2025
La escena, festiva y a la vez grave, recordó las grandes marchas cívicas de otras épocas. Había maestros y médicos, abuelas y estudiantes, veteranos y empleados despedidos del gobierno. En cada ciudad resonó la misma consigna: No más Trump. Pero lo que realmente se expresó fue algo más profundo: una resistencia colectiva contra la concentración del poder y la erosión de los límites institucionales. Sin la menor duda un hecho histórico sin anales que pretende restársele importancia.
DE LA PROTESTA A LA MICROPOLÍTICA
Desde la mirada de la Micropolítica, las manifestaciones No Kings representan una respuesta ciudadana frente al abuso simbólico y real del poder presidencial.
No se trata solo de rechazo a un individuo, sino de una reacción social ante la transformación del líder en monarca, del gobernante en figura mesiánica.
El grito No Kings funciona como una contra narrativa: mientras el poder intenta convertir el miedo en obediencia, la multitud convierte la indignación en participación y veladamente dice: “no tenemos miedo a ser libres”.
Aquí se manifiesta lo que denomino la circulación micropolítica del poder: cuando los sujetos subalternos —el maestro, la estudiante, la madre— se reapropian del discurso político y lo devuelven transformado en símbolo.
El poder, en su forma más peligrosa, no necesita de coronas, sino de lealtades ciegas y esto es precisamente lo que los manifestantes perciben: fanáticos con lealtades ciegas.
Por eso el rechazo no es solo político, sino cultural y ético: una reivindicación del ciudadano frente a la maquinaria del poder personalista
LAS NUEVAS MULTITUDES
La jornada del 18 de octubre —denominada No Kings Day— se desplegó en más de 2 600 ciudades estadounidenses y tuvo eco en embajadas y plazas de París, Berlín, Praga, San Miguel de Allende y otras urbes y lugares del mundo.
La diversidad fue su fuerza: familias enteras bajo la lluvia, jóvenes disfrazados, veteranos con banderas, artistas y docentes. En Manhattan, más de 100 000 personas ocuparon Times Square entre carteles que decían “I Pledge Allegiance to No King” y batucadas improvisadas.
El ambiente fue festivo, pero el mensaje inequívoco: la democracia no admite herencias, ni dioses, ni tronos.
Mientras tanto, la Casa Blanca, fiel a su estilo, respondió con sarcasmo: “Who cares?”, dijo una portavoz.
Ese desprecio, sin embargo, solo fortaleció el sentido de pertenencia de los manifestantes.
El PODER Y SUS ESPEJOS
En términos micropolíticos, lo que ocurre hoy en Estados Unidos no es solo una crisis institucional, sino una crisis del equilibrio simbólico del poder.
Trump gobierna como si el Estado fuera una extensión de su voluntad, lo que recuerda la frase histórica: “El Estado soy yo” de Luis XIV conocido como el Rey Sol y como él en su tiempo hoy Trump degrada los mecanismos de deliberación, transparencia y respeto institucional.
Pero la Micropolítica nos enseña que cada abuso genera su respuesta: todo acto de poder produce su contrafuerza, su espejo en la sociedad civil.
Los manifestantes No Kings son, en ese sentido, el reflejo de una ciudadanía que recupera su poder simbólico, que recuerda al Estado que el poder no se posee: se ejerce y se legitima cada día.
CONCLUSIÓN: LA MONARQUÍA DEL SIGLO XXI
Por su escala, simultaneidad y coordinación, las manifestaciones No Kings del 18 de octubre de 2025 han marcado un hito histórico en la movilización ciudadana de Estados Unidos. Según reportes de Reuters y The Verge, más de 7 millones de personas participaron en aproximadamente 2 600 protestas simultáneas en los 50 estados del país, convocadas por coaliciones nacionales como Indivisible, MoveOn y la ACLU.
Nunca antes —ni siquiera durante las grandes marchas contra la guerra de Vietnam ni en la Women’s March de 2017— se había registrado un número tan amplio de concentraciones coordinadas en un solo día. Mientras las protestas de Vietnam se concentraron en grandes urbes y campus universitarios, y la Women’s March alcanzó unas 650 sedes, el movimiento No Kings multiplicó por cuatro esa dispersión geográfica, mostrando una capacidad organizativa y simbólica inédita: un país entero saliendo a las calles, de forma descentralizada y pacífica, para recordarle al poder que en una república no hay tronos ni coronas.
Lo inquietante de este momento histórico es que el autoritarismo ya no se viste de uniforme, sino de populismo digital.
El nuevo “rey” no usa cetro, usa algoritmos.
Gobierna desde la emoción, no desde la ley.
Y por eso la Micropolítica resulta indispensable: porque revela los hilos invisibles con que se tejen las relaciones de dominación cotidiana, y enseña a leer el poder no solo en las instituciones, sino también en los gestos, en los discursos y en los silencios.
Las marchas No Kings fueron más que una protesta, fueron un símbolo para recordar a los que sufren con la actual administración que no están solos, que hay millones que se dan cuenta y que no están de acuerdo.
Fueron una pedagogía del poder: millones de ciudadanos recordándole al mundo que la democracia se defiende caminando juntos, incluso bajo la lluvia.
Dr. Alfredo Cuéllar: Especialista en la Micropolítica: El Ejercicio del Poder.
Profesor jubilado y consultor internacional. COMENTARIOS Y CONSULTAS: alfredocuellar@me.com













