En Síntesis
Por Alfredo Cuéllar
“Cuando el poder se impone sobre los derechos,
la ciudadanía responde con dignidad.
Y cuando el miedo se vuelve doctrina de Estado,
la resistencia se vuelve virtud pública.”
I. Un viernes cualquiera… hasta que llegaron
El viernes 6 de junio de 2025 amaneció como otro día nublado en el sur de California. Pero antes del mediodía, tres puntos neurálgicos del tejido inmigrante de Los Ángeles —el Fashion District, una tienda Home Depot en Paramount y una esquina habitual de jornaleros— se convirtieron en escenas de operativos federales. ICE, con agentes uniformados en negro y tácticas propias de intervención paramilitar, detuvo a 44 personas. Entre ellas, el reconocido líder sindical David Huerta.
Las imágenes corrieron como relámpago: obreros esposados entre rollos de tela, gritos en spanglish, drones sobrevolando los techos, y madres con sus hijos en brazos pidiendo explicaciones que nadie daba.
II. Protestas espontáneas: la indignación como reflejo
Horas después, estalló la reacción. Miles de personas, convocadas por redes sociales, sindicatos, iglesias y universidades, ocuparon el corazón de la ciudad. Primero frente al Edificio Federal Roybal; luego en Paramount, donde los arrestos continuaban.
Al caer la noche, la rabia encontró cauce: cánticos, pancartas, pero también confrontaciones. El LAPD declaró que se trataba de una asamblea ilegal, eso le dio el camino para lanzarse contra los manifestantes. Gases lacrimógenos, balas de goma y granadas aturdidoras marcaron el enfrentamiento. Las protestas pacíficas evolucionaron en caos por la represión desproporcionada. Al final, 58 detenidos, 26 heridos y una ciudad con los nervios al rojo vivo.
III. Micropolítica de la represión: Trump vs. California
La respuesta federal no se hizo esperar. El presidente Trump, en un mensaje desde Mar-a-Lago, invocó el Título 10 para desplegar 2,000 efectivos de la Guardia Nacional en Los Ángeles. La medida, que el gobernador Gavin Newsom calificó como “intencionalmente incendiaria”, desató una nueva crisis entre el poder federal y las autoridades estatales.
Desde la Casa Blanca, Stephen Miller acusó a los manifestantes de “insurrección” y prometió procesar a funcionarios que dificulten la acción de ICE.
La alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, fue tajante: “No cooperaremos con redadas que deshumanizan a nuestra gente. Esto es terrorismo de Estado disfrazado de política migratoria.”
IV. Anatomía del miedo: lo que no se ve en los titulares
Lo que siguió fue una ciudad dividida en dos: la visible —con tanquetas, uniformes, helicópteros— y la invisible —con puertas cerradas, calles vacías y miedo. Escuelas reportaron ausencias masivas. Iglesias abrieron sus sótanos como refugios. Centros comunitarios colapsaron por la demanda de asesoría legal.
Negocios cerraron en señal de protesta. Se gestaban boicots, huelgas simbólicas y cadenas de solidaridad. Había, sin embargo, una ausencia llamativa: el silencio de algunos medios nacionales, que trataron el tema como una “protesta más” en el desorden migratorio del país.
V. Detrás de las apariencias
Este aparente caos no es un error de cálculo: es parte de una estrategia deliberada. Donald Trump ha entendido, desde su primera campaña, que la percepción de desorden social le permite justificar medidas autoritarias, movilizar a sus bases más radicales y desacreditar a gobiernos estatales y locales, especialmente en estados gobernados por demócratas como California. La militarización del espacio civil, incluyendo el despliegue de la Guardia Nacional, sirve para escenificar que él —y solo él— tiene el carácter necesario para “restablecer el orden”. Además, la ciudad de Los Ángeles tiene una de las mayores poblaciones de trabajadores indocumentados del país, muchos de ellos con empleos esenciales en la construcción, el comercio, el servicio doméstico y la industria alimentaria. Atacar a esta población con redadas y persecuciones tipo nazistas no solo vulnera derechos humanos, sino que desarticula piezas clave de la economía local, afectando cadenas de suministro, precios y empleo. Pero Trump no busca eficiencia económica: busca provocar miedo, provocar reacción, y luego presentarse como la única solución frente al desastre que él mismo ha alentado.
VI. El laboratorio de la Micropolítica: poder simbólico, resistencia táctica
Desde la mirada micropolítica, el episodio permite identificar cuatro tensiones estructurales:
1. El poder federal como herramienta de castigo ejemplarizante.
2. La respuesta estatal como afirmación soberana.
3. La ciudadanía como actor estratégico.
4. La narrativa en disputa.
VII. El futuro inmediato: ¿y ahora qué?
A corto plazo, se espera una judicialización creciente: amparos, demandas colectivas, recursos ante la Corte Suprema y denuncias internacionales.
A mediano plazo, el episodio se convertirá en caso emblemático para universidades, ONGs y grupos de derechos humanos.
Y a largo plazo, podría ser el punto de inflexión que redefina el papel de las ciudades santuario, el rol de los estados frente al poder federal, y la legitimidad moral de las acciones ejecutivas en tiempos de hiper-politización.
VIII. Conclusión: cuando los invisibles se vuelven visibles
El caso de Los Ángeles no es un episodio aislado. Es parte de una estrategia nacional de confrontación. Pero también es el síntoma de algo más profundo: el despertar de una ciudadanía que, lejos de esconderse, elige la dignidad sobre el miedo.
Cada decisión que toma Trump conlleva un riesgo no tan calculado, y en su afán por controlar el caos, podría terminar siendo devorado por él.
Y cuando eso ocurre, ni la Guardia Nacional ni los discursos de orden pueden detener lo inevitable: la historia escrita por los que antes no tenían voz.
