EN SÍNTESIS
Una mirada crítica a un mito recurrente
En los últimos años se ha popularizado la idea de una crisis educativa centrada en los varones. Se afirma que los niños, en comparación con las niñas, están en desventaja académica. Esta narrativa, adoptada por figuras conservadoras como Jordan Peterson y también por analistas moderados como Richard Reeves, sugiere que la falta de maestros varones, el predominio de maestras “radicales” y la estructura escolar contraria a la “naturaleza masculina” están en la raíz del problema. Esto no ocurre sólo en Estados Unidos; en México y en prácticamente todo el mundo se viven escenarios semejantes, donde los varones muestran rezagos académicos y desconexión con el modelo escolar dominante. Pero ¿Qué tan cierto es esto?
Más evidencias
Resultados de lectura, escritura y habilidades lingüísticas: En todos los países evaluados por PISA, las niñas superan a los niños en comprensión lectora.
Este patrón es universal y ha sido constante durante las últimas dos décadas. En Matemáticas y ciencias en algunos países (especialmente en Asia oriental, como China, Corea del Sur o Singapur), los varones han mostrado históricamente un rendimiento ligeramente superior en matemáticas. Sin embargo, en muchos otros países la brecha se ha cerrado o incluso ha revertido a favor de las niñas.
En prácticamente todo el mundo, los varones presentan tasas más altas de deserción escolar, reprobación y ausentismo, en comparación con las mujeres. Estas, por el contrario, presentan mayores tasas de finalización de estudios secundarios y de acceso a la educación superior.
Las mujeres, por el contrario, presentan mayores tasas de finalización de estudios secundarios y de acceso a la educación superior.
En educación superior, en casi todos los países del mundo, las mujeres son mayoría en universidades y tienen, en promedio, mejores promedios académicos.
Una narrativa sin evidencias
Durante décadas se ha señalado que los niños tienen un rendimiento académico inferior al de las niñas. Sin embargo, investigaciones revelan que las niñas han obtenido mejores calificaciones que los niños desde antes de que las mujeres tuvieran derecho al voto. Un metaanálisis de 2014 de Daniel y Susan D. Voyer demuestra que esta brecha se remonta a 1914, mucho antes de la aprobación del Título IX o del ascenso del feminismo moderno.
Estudios recientes, como uno realizado en Indiana en 2021, muestran que las maestras tienen más éxito en mejorar el rendimiento de ambos sexos, y que los niños no obtienen mejores resultados con maestros varones, contrariamente a lo que afirma la intuición popular. Además, investigaciones del Heritage Foundation —un organismo conservador— no encontraron pruebas de que los maestros estadounidenses estén adoctrinando a los estudiantes con ideologías radicales.
Desgraciadamente, desconozco de estudios en México o Latinoamérica sobre estos rubros. Sería una gran aportación que los investigadores en otras partes del mundo se enfocaran en estos temas.
La historia no respalda el mito
El número de maestras en Estados Unidos ha sido mayoritario durante más de un siglo, por lo tanto, no es un fenómeno reciente. Además, la idea de que la escuela moderna es un espacio “femenino” que inhibe la naturaleza activa de los niños se desmorona cuando se considera que, en los años 50, niños y niñas debían permanecer sentados durante horas y enfrentaban castigos mucho más severos que los actuales. Y, sin embargo, nadie hablaba entonces de que el sistema reprimiera la ambición masculina.
¿Por qué rinden mejor las niñas?
Según Daniel Voyer, las diferencias entre niños y niñas no son abismales, pero sí consistentes. Una posible explicación es la socialización de género: Alos niños se les inculca que estudiar es “poco masculino”, mientras que para las niñas no hay costo social en ser aplicadas o “nerds”, un término en inglés sin traducción perfecta que se refiere a quien saca buenas notas y se dedica al estudio. A veces usado con admiración, otras con burla. En países con mayor equidad de género, como los escandinavos, estas brechas tienden a desaparecer.
Asimismo, si en casa las mujeres hacen toda la planificación y ejecución de tareas domésticas, pueden usar esas habilidades a organizar sus estudios y tareas escolares, es lógico que los niños no desarrollen habilidades organizativas esenciales para el éxito académico. Como dijo un estudiante entrevistado por Education Week: “Los chicos saben que, si se relajan, alguien más lo hará por ellos.”
Un paréntesis personal
He dedicado casi medio siglo de mi vida a la investigación universitaria. En ese tiempo, luché reiteradamente contra las “verdades” sin evidencia. Una de ellas fue el supuesto bajo rendimiento escolar de los estudiantes de origen hispano. Junto con colegas, descubrimos que el problema no estaba en los estudiantes, sino en un sistema que no comprendía su realidad cultural.
Para muchos de esos niños, la escuela era un lugar hostil: Hablaban poco inglés, venían de hogares humildes y asumían responsabilidades familiares que les impedían hacer tareas escolares. En lugar de apoyo, recibían represión de maestros y directivos que los etiquetaban como flojos o poco interesados en aprender. El paralelismo con la situación actual de los varones escolares es evidente: la diferencia no es tanto biológica como cultural y estructural.
Una advertencia ante la Era Trump
Hoy, ante el resurgimiento de políticas como las del presidente Donald Trump –que ataca a las universidades, desprecia la opinión de los expertos, recorta fondos y amenaza con eliminar el Departamento de Educación–, se vive una época peligrosa para la investigación científica y todavía más para la de ciencias sociales. La verdad ha sido una de las primeras bajas en la gestión de Trump. Los mitos y las realidades alternas se propagan con facilidad, y la falta de evidencias no impide que se usen como herramientas políticas.
Temas como el supuesto colapso de los niños en la educación persisten porque ofrecen un blanco fácil a quienes desean debilitar los logros de las mujeres y el avance educativo en general. En este clima de anticiencia, sólo los resultados derivados del método científico pueden ayudarnos a diferenciar entre lo que es real y lo que es manipulación interesada.
El desafío verdadero
Sí, hay varones y hombres jóvenes que enfrentan serias dificultades, tanto en el ámbito educativo como en la vida. Merecen atención y apoyo. Pero si seguimos diagnosticando sus problemas con base en prejuicios o emociones, y no en evidencias, jamás encontraremos soluciones duraderas.
Necesitamos mejores políticas educativas, más recreo, mayor comprensión de las diferencias sociales y culturales, y una profunda reflexión sobre cómo criamos y educamos a todos nuestros estudiantes, sin mitos, sin culpas infundadas, y con la ciencia como guía. No sólo en Estados Unidos, en México, en Latinoamérica y en el mundo entero.
Dr. Alfredo Cuéllar es el padre de la Micropolítica, un erudito internacional y profesor jubilado de la Universidad Estatal de Fresno. Sus artículos se centran en los migrantes, la política, la sociología, la cultura y la actualidad. Consultas y comentarios: alfredocuellar@me.com