*Recordando al maestro Cosío Villegas
*Los usos y abusos del poder
*Las revelaciones sobre Adán Augusto
Por José Luis B Garza
Durante la etapa de estudiante universitario en Tampico, quien esto escribe tuvo la oportunidad de formar parte de una generación con grandes inquietudes políticas. Nuestro activismo nos motivaba a participar en movilizaciones estudiantiles y políticas y, desde luego, éramos asiduos concurrentes a conferencias que nos nutrían de conocimiento y aumentaban nuestra capacidad de análisis.
Así es que cuando se organizó la visita de Daniel Cosío Villegas para impartir una conferencia en el salón Corona que servía de foro accesible para eventos con bajo presupuesto, como el nuestro, la asistencia fue entusiasta y multitudinaria.
Cosío Villegas era un pensador que contaba con una prestigiada y larga trayectoria académica. Dos de sus libros escritos en los setentas, “El sistema político mexicano” y “La sucesión presidencial”, habían hecho un gran impacto en una generación que vivió el conflicto estudiantil del 68 y sus efectos.
Llegado el día de la disertación, una multitud, en su mayoría de jóvenes, nos apilamos para escuchar a Cosío Villegas, algunos inclusive sentados en el piso ante la insuficiencia de sillas plegables que se colocaron para tal ocasión.
Su exposición nos coptó a todos de principio a fin. Pero hubo un momento en el que recurrió a la anécdota para ilustrar a la clase política que gobernaba.
“Un día el secretario de agricultura del gobierno federal solicitó audiencia urgente con el presidente para un asunto que era de relevante importancia”, al preguntar el presidente sobre la razón de la urgencia de una reunión, el responsable de la agricultura nacional le dijo que era inminente una erosión de gran parte de las tierras de cultivo afectadas por diferentes factores con consecuencias catastróficas e irremediables.
De inmediato, ante la gravedad que parecía tener el asunto expuesto, el presidente no solamente aceptó la reunión de emergencia propuesta, sino que convocó al gabinete en pleno, cuyos integrantes acudieron de inmediato ante lo inusual de la indicación presidencial.
Tan pronto estuvieron reunidos, sin mayores preámbulos, el presidente cedió la palabra al secretario solicitante quien describió la devastación a la que se enfrentaba el país así como los terribles estragos que amenazaban a la agricultura, la ecología y el abastecimiento de alimentos.
Ante la alarmante noticia, el presiden preguntó “cuando se producirá esta castástrofe”, a lo que el expositor respondió, yo creo Señor Presidente que como dentro de unos 10 o 12 años, “Que queeeé”, dijo casi iracundo el presidente agregando “yo creí que eso iba a suceder en mi sexenio. Damos por terminada la reunión, que los que vengan a gobernar después de nosotros lo resuelvan”.
La anécdota describe lo que sigue ocurriendo y lo recordamos a propósito de lo que acaba de saberse sobre la gestión como gobernador del actual coordinador de Morena en la Cámara de Senadores, Adán Augusto López, quien durante su período gobernando el estado de Tabasco designó a quien al mismo tiempo dirigía un grupo delincuencial conocido como “La barredora”, Hernán Bermúdez Requena, quien se encuentra prófugo en el extranjero aparentemente.
La anécdota de Cosío Villegas la hemos referido porque porque refleja la irresponsabilidad sexenal con la que se conducían, de acuerdo con el académico, en aquel entonces los gobernantes.
Lo ocurrido con Adán Augusto supera la irresponsabilidad aludida de aquella época, porque cuando tuvo oportunidad de gobernar su estado no solamente actuó en contra de los intereses ciudadanos, sino que produjo un serio daño a la administración y seguridad de la entidad, pero, además, todo lo indica, el funcionario que él nombro construyo y dirigió, asimismo, una empresa, además de coludida con la delincuencia, dispuesta en un momento dado a actuar en una escala mayor, si se considera que el ex gobernador y ex secretario de Gobernación, hoy senador, fue una de las “corcholatas”, es decir, uno de los más fuertes aspirantes presidenciales gracias a su estrecha relación con el anterior presidente.
Entre balbuceante y errático, el ex corcholata negó tener conocimiento de las actividades de su protegido lo cual es difícil de creer por los antecedentes del hoy prófugo; por haber permanecido en su gobierno por años, lo que simplemente nos hace concluir que hoy lo niega por una probable complicidad, o por proteger una estructura mayor de corrupción o, lo dudamos, por tonto (utilizando un eufemismo).
Pero estamos viendo un proceso que no ha llegado a su fin. Como diría el célebre narrador deportivo, “Esto no se acaba hasta que se acaba”.
Saludos binacionales,
Email: jose@bgarza,com