EN SÍNTESIS
Por Alfredo Cuéllar
Emergencias inventadas, abusos reales
Las “emergencias” declaradas desde el poder se han convertido en un arma política. No son emergencias genuinas, sino un recurso discursivo y legal usado por populistas y regímenes autoritarios para justificar excesos e injusticias. Donald Trump encarna esta peligrosa estrategia: invoca crisis inventadas para destruir instituciones, perseguir a los más vulnerables y debilitar los cimientos de la democracia.
Migrantes convertidos en enemigos
Hablar de “invasiones” de pandillas extranjeras ha servido para legitimar deportaciones masivas sin debido proceso. Las protestas sociales son presentadas como “emergencia de seguridad” para desplegar tropas federales. El déficit comercial se convierte en una “amenaza extraordinaria” para imponer aranceles a decenas de países. La persecución casi terrorista contra migrantes se justifica bajo este guion: la emergencia como cortina de humo para legalizar el atropello.
El verdadero incendio: ciencia y conocimiento bajo ataque
La auténtica emergencia no está en las calles ni en cifras infladas. Es el daño nacional, internacional y moral de una administración que ataca la ciencia, desprestigia universidades, cancela investigación, ridiculiza datos y erosiona organismos independientes. Un gobierno que destruye el conocimiento para imponer miedo y obediencia.
Jueces: humanos antes que guardianes
La Micropolítica enseña que el poder se ejerce en todos los espacios. Y los jueces no son la excepción. La democracia ha mitificado a cortes y a la Suprema Corte como entes imparciales, pero la realidad es distinta: responden a intereses, partidos y gratitudes políticas. Aunque algunos fallos han señalado que las emergencias de Trump carecen de sustento legal, las resoluciones llegan tarde, son apeladas y, para entonces, el daño ya está hecho.
La democracia en ruinas
Con una administración integrada por leales en lugar de expertos, el mensaje es claro: no se respeta la ley. La manipulación legal se ha vuelto norma. Confiar en que las urnas resolverán este deterioro resulta ingenuo: ya sabemos que los perdedores volverán a gritar fraude y, si la justicia no les favorece, simplemente la desconocerán.
Emergencia moral: polarización como política de Estado
El país enfrenta una emergencia más grave: la degradación moral. La polarización se ha convertido en política oficial. Se manipula el miedo, se debilitan instituciones y se destruye la convivencia democrática. El daño rebasa a Estados Unidos: fractura alianzas, desprecia la cooperación científica y pone en duda la verdad misma.
Washington ya no es el eje confiable
La política del caos ha cambiado la geopolítica mundial. Lo impensable ocurre: China y Rusia sellan alianzas estratégicas; Israel se acomoda en un tablero convulso; India responde a excesos arancelarios. Brasil, Europa, México, Japón, Corea del Sur y Canadá mantienen la diplomacia, pero ya no confían en Washington y buscan nuevos rumbos.
El populismo estadounidense, lejos de fortalecer al país, ha abierto la puerta a un reacomodo global que favorece a rivales estratégicos y mina la confianza internacional. Esa es la verdadera emergencia: una democracia debilitada que, en nombre del poder, amenaza con redefinir el orden mundial.