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Alfredo Cuellar

“No Kings: Cuando las Calles Le Contestaron al Desfile

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EN SÍNTESIS

“Cuando los tanques desfilan,

la democracia tiembla.
Y cuando el pueblo marcha,

la historia se escribe de nuevo.”

  1. El Desfile del Poder

El 14 de junio de 2025, Washington D.C. fue escenario de una de las expresiones más explícitas de poder militar jamás vistas en tiempo de paz en los Estados Unidos: el desfile impulsado por Donald Trump con motivo del Día del Ejército, su cumpleaños número 79 y su visión de “restituir el orgullo nacional”. Paradójicamente, hasta el tiempo climático conspiró y lluvias ligeras deslucieron el magno desfile con reducida audiencia. Más de 7,000 efectivos, 160 vehículos blindados, y sobrevuelos de cazas y helicópteros convirtieron la capital en un espectáculo que, para muchos, evocó más a regímenes autoritarios que a una democracia madura.

Desde una plataforma blindada, el expresidente —convertido nuevamente en líder de facto del país— saludó tropas, tomó juramentos a reclutas y habló de fuerza, disciplina y grandeza. Las calles fueron cerradas. Las voces opositoras fueron desplazadas. Los medios afines lo celebraron como un renacimiento patriótico. Pero en otros rincones del país, las calles contaban otra historia.

  1. El Grito de las Calles: “NO KINGS”

Ese mismo día, en más de 2,000 ciudades, más de cinco millones de personas se congregaron en lo que fue llamado el Día NO KINGS, una respuesta ciudadana organizada, simbólica y masiva contra lo que se percibe como el avance de un modelo autoritario disfrazado de nacionalismo.

Las manifestaciones tuvieron escasa organización y abundancia de buenas disposiciones. Considerando lo numerosas que fueron, y los millones sumados en toda la nación, prácticamente fueron un ejemplo de civismo y valentía. Quizá nunca se había visto a tanta gente diversa y unida.

Yo estuve en Fresno. Participé junto a más de 500 ciudadanos en una manifestación que, para mí, fue mucho más que política: fue visceral. Fue una de las experiencias más dramáticas de mi vida reciente. Mientras sostenía un cartel que decía “Power to the People, Not to the Parade,” no pude evitar recordar otra tarde, muchos años atrás: 2 de octubre de 1968, cuando fui herido en la Plaza de Tlatelolco en México, siendo miembro del Consejo Nacional de Huelga. Las memorias de las diversas manifestaciones en las que participamos en aquel verano se agolpaban en mi mente.

La historia, en su cruel ironía, me devolvía al mismo lugar simbólico: entre tanques, banderas y cuerpos movilizados para imponer silencio, volví a estar del lado de quienes no temen gritar cuando otros quieren desfilar.

III. Dos Visiones de Nación

El desfile de Trump y la protesta NO KINGS no fueron simples eventos paralelos. Fueron actos simbólicos profundamente enfrentados. El primero celebró el orden impuesto desde arriba, la uniformidad, la obediencia y el músculo del Estado. El segundo, el desorden creativo, la disidencia, la memoria colectiva y el poder de las multitudes.

El desfile apeló a la nostalgia de un imperio.
NO KINGS clamó por una democracia viva.

Mientras la maquinaria militar recorría las avenidas de D.C., pancartas como “We Are Not Subjects” y “Democracy Dies in Parades” llenaban plazas en Nueva York, Seattle, El Paso y Fresno. En algunos lugares, la respuesta oficial fue dura: gases, detenciones, amenazas. Pero en todos, la consigna era la misma: Estados Unidos no necesita reyes, ni coronas, ni espectáculos marciales para existir. Necesita justicia, igualdad y verdad.

  1. Polarización, Peligro y Esperanza

Este momento de la historia estadounidense está marcado por una polarización sin precedentes. El desfile no fue solo militar: fue un símbolo del culto al líder, de la centralización del poder y del uso del Estado como escenario personal. Pero las protestas, diversas, autogestionadas y masivas, recordaron que la democracia no vive en los uniformes, sino en la disidencia.

La paradoja es clara: mientras Trump desfilaba con tanques, millones recordábamos que las dictaduras también aman los desfiles. Mientras él hablaba de grandeza, nosotros hablábamos de derechos. Mientras él ocupaba la televisión nacional, nosotros ocupábamos el asfalto.

Mientras Trump dirá: “fue algo maravilloso, grande, hermoso, con la gente desbordada apoyándome”.  Otros escribimos artículos como este, queriendo honrar la verdad del “otro polo”

  1. Resonancia Internacional

La consigna “NO KINGS” no se quedó en suelo estadounidense. En ciudades como Toronto, Berlín, Ciudad de México, Barcelona, Buenos Aires y Tokio, también se registraron marchas de solidaridad. Desde carteles hasta actos culturales, los mensajes resonaban con una idea común: lo que ocurre en EE. UU. afecta al mundo, y la defensa de la democracia también es un deber global. Estas manifestaciones se convierten en la más grande protesta mundial contra el gobierno de los Estados Unidos en la historia de esta nación. Lo que comenzó como un desfile en D.C. se convirtió en una conversación planetaria sobre poder, dignidad y resistencia.

 

  1. Epílogo desde Fresno

En Fresno, vi rostros jóvenes y viejos, mujeres indígenas, trabajadores del campo, estudiantes, inmigrantes. Vi afroamericanos, blancos, latinos, armenios, asiáticos. Vi lágrimas, cantos y rabia. Y vi algo más: una chispa de dignidad que no se deja marchitar.

Como en 1968, cuando creímos que cambiar el mundo era posible con una asamblea en Ciudad Universitaria, o un mitin en Tlatelolco, hoy también lo creo. Porque cuando la historia se escribe con botas, también se responde con pasos. Y cuando el poder se eleva sobre los ciudadanos, los ciudadanos se levantan sobre el poder.

 

Dr. Alfredo Cuéllar
Padre de la Micropolítica y autor del Modelo Internacional del Método de Caso
Comentarios: alfredocuellar@me.com

 

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