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Reportaje especial: (Segunda Parte)   Las predicciones para el 2026 del Dr. Cuéllar

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MÉXICO, EL PAÍS EN LA CUERDA FLOJA: Sin componer lo descompuesto

México entra al 2026 atrapado entre un mundo que se descompone y un país que no logra recomponerse. No es un año de ruptura, pero sí de tensiones acumuladas que empiezan a reventar costuras institucionales. Mientras Estados Unidos redefine la región desde el poder duro, México enfrenta su propio laberinto interno: polarización, violencia, crisis migratoria y un gobierno que gobierna, pero todavía no controla.

México se encuentra inmerso en un mundo que ya cambió, sin embargo, el país no se está moviendo al ritmo de la geopolítica. Mientras China avanza silenciosamente, Rusia redibuja fronteras y Estados Unidos opera bajo un liderazgo transaccional e impredecible, México continúa administrando crisis internas sin plantear un proyecto nacional claro. El resultado: un país reactivo, que responde a presiones externas y a urgencias internas, pero sin estrategia propia.

La relación México–Trump II es una de presión, cálculo y consecuencias. La segunda administración de Trump representa el mayor desafío diplomático para México en dos décadas. Washington exige contención migratoria absoluta, cooperación en seguridad sin condiciones y concesiones económicas que tensan el T-MEC. El tono es duro; la narrativa es electoral y las exigencias, crecientes.

Claudia Sheinbaum enfrenta una disyuntiva: resistir y arriesgar represalias económicas, o ceder y enfrentar desgaste político interno. En 2026, la relación con Estados Unidos será una cuerda floja tensada desde Washington.

A lo anterior debemos agregar el desgastante tema de la -seguridad-: el año 2025 se evidencia como el año en que el Estado perdió más terreno, o al menos en el que se hizo más evidente.

El crimen organizado opera como autoridad paralela en múltiples regiones. No es un fenómeno nuevo, pero sí más visible. Tamaulipas, Guanajuato, Michoacán, Zacatecas, Guerrero y otros estados viven bajo una combinación de disputa criminal, complicidad local y ausencia del Estado. La estrategia federal mantiene el discurso de “abrazos y contención”, pero la realidad muestra otra cosa: territorios donde la ley no entra, mercados ilegales que crecen y comunidades atrapadas entre poderes fácticos.

El 2026 no será el año en que el gobierno de México recupere el monopolio de la fuerza.

 

PREDICCIÓN ECONÓMICA PARA MÉXICO · 2026

 

México debería estar viviendo un auge industrial sin precedentes. La rivalidad entre Estados Unidos y China, la reconfiguración de las cadenas globales de suministro y su cercanía geográfica con el mercado norteamericano colocaron al país en una posición privilegiada para capitalizar el nearshoring. Sin embargo, el resultado ha sido ambiguo: la oportunidad existe, pero se aprovecha solo de manera parcial y desigual.

Las inversiones sí llegan, pero no en la escala ni con la profundidad transformadora que el momento histórico permitía. El nearshoring en México avanza de forma selectiva: se concentra en algunos estados del norte y del Bajío, privilegia proyectos de bajo riesgo y evita compromisos de largo plazo que requieran certidumbre institucional sólida.

El principal obstáculo ya no es únicamente la inseguridad —un factor que muchas empresas saben gestionar—, sino la incertidumbre jurídica y regulatoria. Las señales de debilitamiento del Poder Judicial, los cambios abruptos en reglas del juego y la percepción de captura política de instituciones generan una cautela creciente entre inversionistas. En economía, el capital tolera riesgos; lo que no tolera es la imprevisibilidad.

A esto se suma un entorno internacional menos paciente. Mientras México debate reformas internas y administra tensiones políticas, otros países —Vietnam, India, incluso estados del sur de Estados Unidos— capturan inversiones que pudieron haberse instalado en territorio mexicano. El costo no siempre se mide en fábricas que no llegaron, sino en tiempo perdido, un recurso irrecuperable en una economía global en aceleración.

México no perdió el nearshoring, pero sí perdió su carácter de destino natural e indiscutible. En 2026, el país aparece ante el capital internacional como una apuesta condicionada: atractiva por su geografía, pero limitada por su fragilidad institucional.

 

PREDICCIÓN PARA MÉXICO

Migración y derechos humanos · 2026

Trump presiona; Sheinbaum contiene. México, sin quererlo, se convierte en el muro humano de América del Norte. Los flujos migratorios no disminuyen: se desvían, se esconden, se vuelven más peligrosos. Las ciudades fronterizas colapsan. Los albergues están rebasados. Las rutas se desplazan hacia zonas más violentas.

La política migratoria del 2026 será reactiva y humanitariamente costosa.

México seguirá atrapado entre la exigencia estadounidense y la desesperación de quienes cruzan su territorio.

 

La Presidencia en Fuego Cruzado: los dilemas reales de Claudia Sheinbaum

El 2026 es el año en que la presidenta enfrenta simultáneamente presión externa, fractura interna y desgaste institucional.

 

La Reforma Judicial: una apuesta costosa

Impulsada como un intento de reconfigurar el sistema de justicia, la Reforma Judicial genera polarización inmediata. Para sus críticos, es un intento de controlar el Poder Judicial; para sus defensores, un ajuste necesario. El resultado inmediato: incertidumbre económica, rechazo de organismos internacionales y tensiones con juristas y magistrados.

 

La división interna de MORENA

MORENA no es un partido: es una constelación de grupos.

Los gobernadores buscan autonomía; los operadores tradicionales exigen cuotas; los radicales reclaman continuidad de AMLO; los pragmáticos quieren estabilidad. Sheinbaum gobierna, pero no manda en todos lados.

El regreso de AMLO: sombra, guía o contrapeso

La reaparición pública de Andrés Manuel López Obrador complica el tablero. Para millones sigue siendo un referente moral; para la clase política, un actor con poder real. La pregunta para 2026 es simple y brutal: ¿puede Sheinbaum gobernar un país donde la figura más influyente no está en Palacio Nacional, sino en el imaginario político —y geográfico— de Palenque?

 

La destitución de Gertz Manero: señal de fractura

La salida de Alejandro Gertz Manero al frente de la Fiscalía General de la República simboliza algo más profundo: el desgaste del aparato institucional y la pugna interna por el control de la justicia.

 

El dilema central de la presidenta

Sheinbaum debe gobernar con un país dividido, un partido fragmentado, un expresidente omnipresente y una superpotencia presionando desde el norte. No es una crisis total; pero sí un estrés permanente.

 

PREDICCIÓN PARA MÉXICO · 2026

  • México no colapsará en 2026, pero tampoco logrará dar el salto que su posición geográfica y el momento histórico le permitirían. Será un país gobernado, pero no estratégicamente dirigido; una nación que administra presiones internas y externas sin convertirlas en proyecto de largo plazo.

 

  • En el plano económico, el nearshoring continuará, pero de manera incompleta y desigual. México captará inversiones defensivas, concentradas en regiones específicas y en proyectos de bajo riesgo, pero no vivirá el boom industrial transformador que pudo haber redefinido su estructura productiva. La inseguridad, la incertidumbre jurídica y las señales de fragilidad institucional seguirán funcionando como frenos silenciosos para compromisos de largo plazo. El país no perderá la oportunidad, pero sí perderá tiempo, y en la economía global ese retraso tiene costos acumulativos.

 

  • En materia de seguridad, el Estado no recuperará en 2026 el control efectivo de los territorios disputados por el crimen organizado. El reacomodo criminal continuará, con disputas locales, expansión selectiva de grupos rivales y una violencia asociada más a la competencia por espacios que a la confrontación directa con el gobierno. La estrategia oficial contendrá algunos focos, pero no revertirá la tendencia general.

 

 

  • En el terreno político, la presidencia de Claudia Sheinbaum enfrentará un desgaste constante. La presión de Estados Unidos, la polarización interna, la fragmentación de MORENA y la sombra persistente de López Obrador configurarán un entorno de gobernabilidad compleja. No habrá crisis terminal, pero sí estrés permanente. Las grandes reformas avanzarán con dificultad y los costos políticos serán inmediatos, mientras los beneficios —si llegan— se verán más adelante.

En política exterior, México mantendrá una postura reactiva. Contendrá flujos migratorios, negociará con Washington desde una posición asimétrica y evitará confrontaciones abiertas, aun a costa de tensiones internas. La prioridad será reducir daños, no liderar agendas regionales.

 

BALANCE FINAL PARA MÉXICO · 2026

El 2026 será para México un año de:

  • crecimiento económico insuficiente frente a su potencial,
  • nearshoring selectivo y condicionado,
  • inseguridad persistente en territorios en disputa,
  • polarización política sin resolución clara,
  • y una presidencia obligada a equilibrar presiones sin margen para victorias contundentes.
  • México seguirá en pie. Pero no despegará.

 

Narcotráfico y reconfiguración del poder ilegal en México

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PARTE V — EL PODER CRIMINAL:

Narcotráfico y Reconfiguración del Poder Ilegal en México

 

Se hace indispensable en estas predicciones anticipar el futuro del narcotráfico en México como poder indiscutible.

El 2026 será un año de reacomodos profundos en el crimen organizado. No será un periodo de pacificación, sino de redefinición del poder criminal en un país donde la ley compite —y a veces pierde— frente a estructuras paralelas de autoridad.

 

  • Ismael “El Mayo” Zambada: el fin del viejo orden criminal

La detención de Ismael “El Mayo” Zambada marcó el cierre simbólico de una era en el narcotráfico mexicano. Durante décadas fue el capo más longevo y esquivo, arquitecto de un modelo criminal discreto, estable y casi empresarial, basado en pactos locales, bajo perfil y control territorial sin estridencias.

 

Su caída no desmanteló al Cártel de Sinaloa, pero sí confirmó que ese estilo de liderazgo ya no domina las dinámicas internas del crimen organizado. El poder se desplazó hacia estructuras más fragmentadas, más violentas y mediáticas, encabezadas por la generación de los Chapitos, cuyo ritmo operativo —basado en confrontación, expansión agresiva y mercados sintéticos— rompió con la lógica de contención que caracterizó al Mayo.

 

En 2026, Zambada deja de ser un actor operativo y se convierte en figura histórica del viejo orden criminal. Su detención no trajo pacificación; trajo reacomodo. El vacío que deja no se llena con estabilidad, sino con disputa.

 

 

  • Los Chapitos: el colapso del liderazgo y el vacío que incendia Sinaloa

La desaparición operativa de los principales líderes de los Chapitos —producto de capturas, entregas y negociaciones directas con el gobierno estadounidense— marcó el colapso abrupto de esa facción como centro de mando criminal. Los Chapitos no entran al 2026 como una organización en transformación, sino como una estructura decapitada, sin capacidad real de conducción estratégica.

 

Su salida no produjo pacificación. Produjo vacío. Las rutas, plazas y alianzas que antes estaban bajo su control quedaron expuestas a disputas internas, traiciones locales y avances de grupos rivales. La violencia que hoy consume Sinaloa no es resultado de una ofensiva chapista, sino de la ausencia de un poder criminal capaz de imponer orden.

 

En este contexto, no hay continuidad organizativa ni sucesión clara. Lo que existe es una fragmentación caótica de células, operadores menores y alianzas efímeras que compiten por sobrevivir. El fin de los Chapitos como liderazgo no cerró un ciclo de violencia; abrió una etapa más impredecible, donde nadie manda plenamente y todos disparan para no desaparecer.

 

  • Sinaloa: del imperio hegemónico al territorio en disputa

El Cártel de Sinaloa ya no es el imperio cohesionado que dominó durante décadas el narcotráfico mexicano. La detención de Ismael “El Mayo” Zambada y la desaparición operativa del liderazgo de los Chapitos provocaron una ruptura estructural del modelo sinaloense.

Lo que antes fue una organización con mando claro, pactos estables y control territorial relativamente predecible se ha transformado en un mosaico de células, alianzas temporales y disputas abiertas, sin un centro de autoridad capaz de imponer orden. No existen hoy modelos en tensión ni liderazgos sustitutos; existe fragmentación.

Sinaloa entra al 2026 como territorio estratégico en disputa, no como eje indiscutible del poder criminal nacional. La violencia que consume al estado no es resultado de expansión, sino de vacío de autoridad criminal, donde actores internos y externos compiten por ocupar espacios que antes estaban claramente delimitados.

El cártel no desaparecerá, pero dejará de operar como estructura ordenadora del narcotráfico. Su poder de mutar hacia formas más dispersas, menos disciplinadas y más violentas.

El “orden sinaloense” terminó; lo que sigue es una etapa de inestabilidad prolongada y reacomodo forzado.

 

  • CJNG: el beneficiario silencioso del colapso sinaloense

El Cártel Jalisco Nueva Generación ha demostrado una capacidad notable para aprovechar los vacíos que deja la caída de sus rivales. Lejos de permanecer estático, el CJNG ha avanzado de manera selectiva y estratégica sobre territorios y rutas debilitadas tras el colapso del control sinaloense.

 

En 2026, el CJNG no solo resiste: se reposiciona. Sin grandes declaraciones ni demostraciones innecesarias, ha extendido su influencia en corredores clave y reforzado presencia en zonas donde Sinaloa perdió capacidad operativa. Su estructura, aunque fragmentada, conserva una lógica militar y una disciplina funcional que le permite actuar con rapidez cuando detecta debilidad ajena.

 

Este avance no implica hegemonía inmediata, pero sí una ventaja comparativa. Mientras Sinaloa se consume en disputas internas y recomposición forzada, el CJNG capitaliza el momento para expandirse de forma oportunista, consolidando rutas, alianzas locales y control territorial.

El conflicto entre remanentes del antiguo aparato sinaloense, nuevas células locales y el CJNG seguirá siendo uno de los principales motores de la violencia nacional en 2026 pero ahora con una diferencia clave: por primera vez en décadas, Sinaloa ya no entra a esa disputa como el actor dominante.

 

  • El fentanilo: un mercado que no se detendrá

Aunque México y Estados Unidos anuncien acuerdos de cooperación, el mercado del fentanilo seguirá creciendo.

La demanda en EE.UU. es masiva; los precursores siguen fluyendo desde Asia;

y la producción en México se hará más clandestina y fragmentada. El fentanilo no se erradica: se adapta.

 

PREDICCIÓN PARA NARCOTRÁFICO MÉXICO · 2026

El 2026 estará marcado por:

  • el cierre definitivo del ciclo de liderazgo de Ismael “El Mayo” Zambada,
  • el colapso del mando central de los Chapitos y la ausencia de una sucesión clara,
  • la fragmentación caótica del antiguo aparato sinaloense en múltiples células locales, algo que ya vimos años atrás en otros estados como Tamaulipas,
  • el avance oportunista del CJNG sobre rutas y territorios debilitados,
  • la consolidación del fentanilo como eje dominante del mercado criminal,
  • y un Estado mexicano que no recuperará en 2026 el control efectivo de los territorios perdidos.
  • No será el año en que caiga el crimen organizado.
  • Antes había cárteles dominantes; en 2026 habrá territorios en disputa.

PARTE VI MIGRACIÓN Y DERECHOS HUMANOS:

La Frontera como Arma de Poder

 

La migración en 2026 ya no puede entenderse únicamente como un fenómeno humanitario. Se ha convertido en un instrumento de poder, una moneda de negociación política y un mecanismo de externalización de costos humanos en un sistema internacional cada vez más transaccional. Bajo la lógica del segundo gobierno de Trump, la frontera deja de ser línea y se transforma en arma.

Estados Unidos redefine la migración como un problema de seguridad nacional y actúa en consecuencia: presiona, amenaza, condiciona y desplaza responsabilidades.

México asume el papel de frontera de contención para Estados Unidos, conteniendo flujos que no origina y administrando una crisis que no controla. La Micropolítica aquí es clara: quien tiene el poder fija las condiciones; quien depende, absorbe los costos.

La política migratoria del 2026 no reduce los flujos. Los desvía. Las rutas se vuelven más largas, más peligrosas y violentas. Los migrantes no desaparecen; se esconden. Se concentran en ciudades fronterizas saturadas, atraviesan territorios dominados por el crimen organizado y quedan expuestos a extorsión, secuestro, trata y abuso sistemático. El control migratorio no elimina el movimiento humano: lo empuja hacia la clandestinidad.

En este contexto, los derechos humanos dejan de operar como principio rector y se convierten, en la práctica, en daño colateral. No porque desaparezcan del discurso oficial, sino porque quedan subordinados a la urgencia de contener, frenar y mostrar resultados. Albergues desbordados, sistemas de asilo colapsados y comunidades locales exhaustas forman parte del nuevo paisaje fronterizo. La dignidad humana sigue invocándose simbólicamente, pero cada vez se protege menos.

México enfrenta además un dilema interno profundo. La contención migratoria impuesta desde el norte convive con una realidad nacional marcada por violencia, pobreza y desplazamiento interno. El país actúa simultáneamente como expulsor, receptor y muro, sin contar con los recursos institucionales, financieros ni políticos para cumplir esos tres roles. La migración deja de ser un tema de política social y se convierte en un problema de gobernabilidad cotidiana.

A escala regional, el panorama es aún más sombrío. Centroamérica, Haití y Venezuela continúan produciendo flujos humanos constantes, impulsados por la combinación de colapso institucional, violencia estructural y deterioro económico. Nada en 2026 indica que esas condiciones vayan a revertirse. La migración no es una anomalía del sistema: es una consecuencia directa de su fracaso.

Conviene recordar una verdad incómoda que suele omitirse en el debate público: la migración responde a una lógica elemental de supervivencia y oportunidad. Quienes no tienen se desplazan hacia donde hay trabajo, ingresos y futuro posible. Las economías receptoras se benefician ampliamente de esa fuerza laboral; pero también lo hacen, de manera silenciosa, las naciones expulsoras.

 

En muchos países de origen, las remesas constituyen el principal ingreso económico nacional. La migración reduce presiones internas —menos demanda de servicios públicos, menos desempleo— y, al mismo tiempo, sostiene a millones de familias mediante el envío constante de recursos. El migrante termina cumpliendo una función paradójica: abandona su país para hacerlo viable económicamente desde fuera. Esta realidad explica por qué la migración persiste y por qué, pese al discurso político, pocos gobiernos tienen incentivos reales para resolverla de raíz.

PREDICCIÓN PARA MIGRACIÓN Y DERECHOS HUMANOS · 2026

 

  • En 2026, la migración hacia Estados Unidos no disminuirá; se volverá más peligrosa, más fragmentada y costosa en términos humanos. México seguirá funcionando como contenedor forzado, administrando una crisis que no generó y pagando un precio político, social y moral cada vez más alto.
  • Los derechos humanos no desaparecerán del discurso, pero continuarán erosionándose en la práctica, subordinados a la lógica de seguridad y control. La frontera será menos visible como línea física y más omnipresente como sistema de contención extendida.
  • La migración no encontrará solución estructural en 2026.
  • Solo encontrará más obstáculos, más riesgos y menos protección.

 

 

PARTE VII — LA TECNOLOGÍA:

La fuerza omnipresente

 

Si en la política el 2026 será el año de la polarización consolidada, en la tecnología será el año de la aceleración sin frenos visibles. La Inteligencia Artificial deja de ser promesa y se vuelve infraestructura crítica.

 

La IA como poder concentrado

Un puñado de corporaciones tecnológicas controla modelos de lenguaje, sistemas de recomendación, infraestructuras en la nube y plataformas de datos. Los Estados regulan tarde y mal. Las élites económicas que entienden y dominan la IA se separan aún más del resto de la población. La brecha ya no es solo de ingresos, sino de acceso a capacidades cognitivas aumentadas.

 

Autos sin chofer: de experimento a realidad incómoda

Para el 2026, los autos sin chofer dejan de ser prototipo: operan en ciudades piloto y corredores específicos en Estados Unidos, Europa y Asia. Flotas de robotaxis circulan en zonas urbanas controladas; camiones autónomos comienzan a desplazar conductores en trayectos de larga distancia.

Los beneficios son claros: reducción de accidentes humanos, eficiencia logística, disminución de costos. Pero también afloran:

  • conflictos laborales con choferes desplazados,
  • dilemas legales sobre responsabilidad en accidentes,
  • resistencia cultural en sectores que no confían en máquinas que “deciden”.

 

La Micropolítica del transporte se vuelve evidente: gobiernos locales, sindicatos, empresas tecnológicas y usuarios negocian, resisten, se adaptan.

 

Automatización del trabajo cognitivo

La IA generativa entra de lleno en oficinas, despachos, medios de comunicación, escuelas y gobiernos. En 2026, millones de tareas que antes requerían horas humanas —redactar documentos, revisar contratos, clasificar expedientes, generar reportes, diseñar materiales didácticos— se hacen en segundos. No desaparecen de golpe las profesiones, pero sí se redefinen.

Aparece una nueva división:

  • quienes trabajan con IA,
  • quienes son sustituidos por la IA.

 

Desinformación algorítmica

La capacidad de generar texto, imagen, audio y video sintético a bajo costo multiplica las campañas de desinformación. Resulta cada vez más difícil distinguir lo auténtico de lo fabricado. Gobiernos, empresas, grupos criminales y actores políticos usan estas herramientas para manipular percepciones. El “campo de batalla de la verdad” se vuelve ingobernable.

 

El Singularity Timeline como periodo histórico

Más que una fecha puntual, el Singularity Timeline se manifiesta en 2026 como:

  • saturación de IA en la vida cotidiana,
  • concentración de poder tecnológico,
  • incapacidad de los sistemas políticos para regular la velocidad del cambio,
  • sensación social de “perder el control” del futuro.

La humanidad no vive aún una singularidad técnica plena, pero sí una singularidad política y cultural: las reglas del juego cambian más rápido que la capacidad colectiva de comprenderlas.

 

PREDICCIÓN PARA LA TECNOLOGÍA · 2026

 

El 2026 estará marcado por:

  • expansión masiva de la IA generativa en gobiernos, empresas y vida diaria,

 

  • autos sin chofer operando en corredores y ciudades específicas, con conflictos laborales y legales crecientes,

 

  • concentración del poder tecnológico en pocas corporaciones,

 

  • desinformación algorítmica (aumento de fake news) como práctica política habitual,

 

 

  • brecha creciente entre quienes dominan la IA y quienes solo la consumen,

 

  • y la instalación definitiva de la sensación de que la tecnología va demasiado rápido para la política.

 

 

  • el Singularity Timeline deja de ser teoría de futuristas y se convierte en la experiencia cotidiana —y desconcertante— de millones.

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PART VIII — EDUCACIÓN:

Todavía es la Panacea

La educación entra al 2026 como uno de los sistemas más desfasados frente al mundo que pretende preparar. Mientras la tecnología, el mercado laboral y la geopolítica avanzan a velocidad exponencial, la escuela —en la mayoría de los países— sigue operando con lógicas del siglo pasado. El resultado es una brecha cada vez más peligrosa entre lo que se enseña y lo que la realidad exige.

No se trata solo de bajos resultados académicos, sino de una crisis de sentido: millones de estudiantes no saben para qué estudian; millones de docentes no saben cómo enseñar en un entorno que cambia más rápido que los programas oficiales; y millones de gobiernos siguen respondiendo con reformas administrativas a problemas estructurales.

 

Sistemas educativos rebasados por la velocidad del cambio

En 2026, los sistemas educativos llegan tarde a casi todo:

  • tarde a una digitalización que funcione en las aulas,
  • tarde a la formación en pensamiento crítico,
  • tarde a la alfabetización en Inteligencia Artificial,
  • tarde a la formación tecnológica de los docentes,
  • tarde a la adaptación curricular.

La escuela sigue enseñando contenidos estables para una realidad que ya no existe. El conocimiento deja de ser acumulativo y se vuelve provisional, pero los modelos educativos continúan premiando la memorización, la obediencia y la repetición.

La Micropolítica educativa es evidente: se simula modernización mientras se preservan estructuras de control, sindicatos, burocracias y zonas de confort institucional.

La IA entra al aula… sin permiso del sistema

La Inteligencia Artificial ya está en la educación, aunque los sistemas educativos finjan que no. Estudiantes utilizan IA para:

  • redactar trabajos,
  • resolver problemas,
  • estudiar para exámenes,
  • traducir, resumir y argumentar.
  • realizar tareas escolares y académicas de forma automatizada.

Docentes, por su parte, oscilan entre la prohibición, la negación o el uso improvisado. La mayoría de los ministerios y secretarías educativas no tienen lineamientos claros, ni formación docente suficiente, ni marcos éticos operativos.

Se produce así una paradoja:

  • la tecnología más poderosa de apoyo al aprendizaje entra por la puerta trasera,
  • mientras la institución educativa se queda discutiendo reglamentos, o modelos ideológicos

Desigualdad educativa ampliada por la tecnología. La brecha educativa deja de ser solo económica: se vuelve cognitiva y tecnológica.

En 2026:

  • estudiantes con acceso a IA, tutorías digitales y entornos híbridos avanzan rápido,
  • estudiantes sin conectividad, sin dispositivos y sin docentes capacitados quedan rezagados de forma casi irreversible.

La educación, que históricamente fue promesa de movilidad social, empieza a funcionar como mecanismo de reproducción de desigualdad, algo que ya conocemos, pero que ahora se acelera dramáticamente.

El desgaste docente: vocación bajo asedio. El profesorado llega al 2026 exhausto:

  • salarios rezagados,
  • exigencias crecientes,
  • pérdida de autoridad simbólica,
  • presión política y administrativa.

A esto se suma una narrativa injusta que responsabiliza al docente de fallas sistémicas. La Micropolítica aquí opera con crudeza: se exige innovación, pero no se ofrecen condiciones; se pide adaptación, pero no se acompaña; se evalúa, pero no se forma.

Muchos de los mejores perfiles abandonan la docencia. No por falta de vocación, sino por desgaste acumulado.

 

Las universidades enfrentan una disyuntiva existencial:

  • o se reinventan como espacios de pensamiento crítico, investigación aplicada y formación flexible,
  • o se vuelven irrelevantes frente a certificaciones rápidas, plataformas privadas y formación impulsada por IA.

En 2026, el prestigio ya no garantiza pertinencia. Los estudiantes cuestionan costos, duración y utilidad real de los títulos. El modelo universitario tradicional entra en revisión forzada.

PREDICCIÓN PARA EDUCACIÓN · 2026

En 2026, la educación no colapsará, pero sí quedará claramente evidenciada su crisis estructural.

Veremos:

  • uso masivo de IA por parte de estudiantes, con sistemas educativos reaccionando tarde,

 

  • ampliación de la brecha entre quienes acceden a educación aumentada por tecnología y quienes no,

 

  • mayor desgaste y salida de docentes del sistema,

 

 

  • universidades obligadas a redefinir su valor o perder relevancia,

 

  • reformas educativas más discursivas que efectivas,

 

  • la educación seguirá siendo invocada como “la solución a todo”,

 

  • pero en 2026 quedará claro que, sin una transformación profunda, también puede convertirse en parte del problema.

 

 

 

PARTE XIX — LOS HISPANOS EN EE. UU.

Los más golpeados y los más indispensables

La comunidad hispana entra al 2026 como uno de los grupos más relevantes y vulnerables de Estados Unidos. Es fuerza laboral, base económica, reserva demográfica y actor político en construcción, todo al mismo tiempo.

 

  • El miedo como condición cotidiana.

Las políticas migratorias de Trump II —redadas, deportaciones aceleradas, criminalización de la estancia irregular— instalan un clima de miedo constante en barrios, escuelas y centros de trabajo. Millones de hispanos, documentados e indocumentados, ajustan su vida diaria: evitan hospitales, cambian rutas, limitan su presencia en espacios públicos.

 

  • Economía y dependencia silenciosa.

Mientras el discurso político ataca a los migrantes, la economía depende de ellos: en el campo, la construcción, los servicios, el cuidado de personas mayores y la hotelería. La contradicción es brutal: se persigue retóricamente a quienes sostienen sectores completos del sistema productivo.

 

  • Identidad política en disputa.

La comunidad hispana no es homogénea: conviven conservadurismos religiosos, aspiraciones de movilidad social, traumas migratorios y nuevas generaciones nacidas en Estados Unidos con agendas más progresistas. Ambos partidos intentan captarla; ninguno termina de comprender su complejidad ni sus contradicciones internas.

 

  • Micropolítica de la sobrevivencia

En 2026, la verdadera política hispana no ocurre solo en las urnas, sino en:

  • redes familiares que comparten información sobre operativos,
  • organizaciones comunitarias que ofrecen asesoría legal,
  • iglesias que funcionan como refugio simbólico y logístico,
  • grupos de WhatsApp que difunden alertas, rumores, miedos y estrategias.

 

PREDICCIÓN PARA LOS HISPANOS EN EE. UU. · 2026

El 2026 estará marcado por:

  • una comunidad hispana sometida a presiones inéditas,
  • dependencia económica creciente de su fuerza laboral,
  • incipiente consolidación de liderazgos locales y estatales,
  • tensiones internas entre asimilación, resistencia y orgullo de sus identidades de origen,
  • y una conclusión inevitable: el futuro político de Estados Unidos no se podrá escribir sin —o contra— los hispanos.

 

Serán, al mismo tiempo, los más golpeados por el sistema y los más indispensables para su funcionamiento.

 

 

PARTE X — EL VATICANO Y LA IGLESIA CATÓLICA:

Fe en tiempos de fragmentación

 

La Iglesia católica enfrenta en 2026 un reto doble: la erosión de su autoridad moral y la necesidad de responder a un mundo que se seculariza se polariza, y se digitaliza.

  • Crisis de credibilidad persistente

Los escándalos de abusos, la gestión desigual de las reparaciones y la resistencia interna a reformas estructurales continúan minando la confianza. Aunque hay esfuerzos sinceros en algunas diócesis, la institución global sigue cargando un pasivo moral profundo.

 

  • Tensiones internas: tradición vs. Reforma.

Dentro del Vaticano y de la Iglesia global coexisten al menos dos proyectos:

  • uno que busca apertura, diálogo, atención a periferias y adaptación a nuevos contextos sociales,
  • otro que teme que toda reforma implique pérdida de esencia, autoridad y pureza doctrinal.
  • la Micropolítica eclesial se expresa en nombramientos, silencios, documentos ambiguos y prioridades pastorales.

 

El factor papal tiene mucha importancia. La conversación, explícita o soterrada, sobre la sucesión papal atraviesa al 2026 como una sombra larga. No se trata solo de nombres, sino de la orientación general de la Iglesia: ¿continuidad reformista?, ¿retroceso conservador?, ¿o un intento de conciliar reforma y tradición sin resolver el conflicto de fondo?”

 

PREDICCIÓN PARA EL VATICANO · 2026

 

El 2026 será un año de:

  • mantenimiento de la tensión entre corrientes internas,
  • decisiones simbólicas relevantes, pero sin ruptura dramática,
  • avance de iglesias evangélicas y espiritualidades alternativas en el Sur global,
  • y una Iglesia católica que no desaparece, pero pierde centralidad como referencia moral única,
  • la fe seguirá viva en millones; la institución, en cambio, continuará buscando cómo ejercer autoridad en un mundo que ya no la concede automáticamente.

 

 

PARTE XI — CRISIS CLIMÁTICA:

El clima deja de ser noticia, se vuelve escenario cotidiano

 

El clima deja de ser un tema aislado y se convierte en una condición permanente que agrava casi todos los problemas sociales, económicos y políticos. El 2026 será un año con eventos climáticos extremos que dejarán de sorprendernos, no porque sean menos graves, sino porque se habrán vuelto la nueva normalidad.

 

  • incendios, inundaciones y sequías como rutina

 

  • zonas boscosas arderán durante semanas;

 

  • ciudades costeras sufrirán inundaciones recurrentes;

 

  • regiones agrícolas clave enfrentarán sequías prolongadas,

 

  • gobiernos locales deberán gastar cada vez más en respuesta y reconstrucción, dejando sistemáticamente rezagada la prevención.

 

Migración climática

Comunidades completas —especialmente en el Sur global— abandonarán territorios que ya no permiten una vida digna. Esto alimentará la crisis migratoria internacional y tensará aún más las políticas fronterizas, especialmente en países que ya operan al límite de su capacidad institucional.

 

El abandono político del clima como detonador

Una parte central de este escenario no es natural, sino político. El segundo gobierno de Donald Trump ha encabezado un repliegue abierto de Estados Unidos de los compromisos climáticos internacionales, debilitando acuerdos, relativizando metas y normalizando el discurso de que la acción climática es un obstáculo económico y no una urgencia histórica.

Este giro ha tenido un efecto mundial contagiando a otros funcionarios. Gobiernos en varios continentes, especialmente aquellos con economías dependientes de combustibles fósiles o bajo presión política interna, encuentran ahora justificación para reducir compromisos, posponer transiciones y abandonar iniciativas de mitigación sin costo reputacional inmediato.

Paradójicamente, mientras Estados Unidos se repliega, China avanza. No por altruismo ambiental, sino por cálculo estratégico: controla cadenas de suministro de energías renovables, invierte masivamente en infraestructura verde y entiende que la transición energética es también una fuente de poder geopolítico. El resultado es un mundo donde quien antes lideraba la agenda climática ahora la debilita, y quien antes era señalado como el principal contaminador se posiciona como actor central de la transición.

Este vacío de liderazgo global explica por qué el 2026 no será un año de corrección climática, sino de adaptación forzada a un deterioro ya asumido como inevitable.

PREDICCIÓN PARA LA CRISIS CLIMÁTICA · 2026

El 2026 no será un año más de advertencias climáticas:

  • será un año de récords rotos, costos humanos visibles y consecuencias políticas inevitables.
  • el 2026 romperá múltiples récords históricos de temperaturas extremas. Se registrarán incendios forestales de mayor extensión y duración, con millones de hectáreas de bosques y zonas agrícolas destruidas.
  • las pérdidas humanas y los desplazamientos forzados por huracanes más frecuentes y potentes aumentarán de forma alarmante, especialmente en regiones costeras y en el Sur global.
  • la combinación de eventos extremos y recortes sistemáticos a programas de prevención, anticipación y respuesta a desastres provocará crisis políticas internas en diversos países.
  • gobiernos nacionales y locales enfrentarán protestas, desgaste institucional y pérdida de legitimidad al mostrarse incapaces de proteger a sus poblaciones frente a catástrofes cada vez más previsibles.
  • el repliegue de Estados Unidos de la agenda climática, encabezado por el segundo gobierno de Trump, consolidará una dinámica global de resignación normalizada.
  • aunque los demócratas puedan recuperar espacios en las elecciones de medio término, la agenda climática difícilmente ocupará un lugar central frente a urgencias políticas inmediatas: gobernabilidad, migración, seguridad y crisis económicas acumuladas.
  • la prevención seguirá siendo sacrificada en favor de la reconstrucción reactiva. El mundo gastará más en apagar incendios, rescatar damnificados y reconstruir ciudades que en evitar que esas tragedias ocurran.
  • la migración climática dejará de ser marginal y se integrará definitivamente al mapa de tensiones sociales, económicas y fronterizas del planeta.
  • el clima deja de ser un tema aislado y se convierte en una condición permanente que agrava casi todos los problemas sociales, económicos y políticos.

 

 

PARTE XII — DEPORTES:

Futbol americano, soccer, y el consuelo de las masas

 

En un mundo tenso, polarizado y tecnificado, el deporte seguirá siendo uno de los pocos espacios donde la emoción colectiva encuentra cauces relativamente benignos.

 

 Fútbol americano universitario (NCAA). El 2026 verá consolidarse la lógica de negocio en el futbol americano colegial: superconferencias, contratos televisivos astronómicos, jugadores con acuerdos comerciales y universidades atrapadas entre tradición académica y negocio deportivo.

Alabama, mi alma mater, ya no será el equipo invariablemente capaz de vencer a cualquiera y estar disputando las finales.  Su nuevo y talentoso coach, ha tenido los problemas que no tuvo en otras universidades, con una línea disminuida, inconsistencia de los mariscales de campo y una defensa errática. No ha sido capaz de conciliar el legado de la cultura que desarrollaron los dos legendarios coaches anteriores con la que él ha intentado crear. El talento se dispersa más; el portal de transferencias reconfigura plantillas cada temporada. Las apuestas están abiertas y es difícil predecir.

Programas históricos —como Alabama, Georgia, Ohio State, Michigan— seguirán en la élite, pero ya no habrá dominio absoluto de una sola escuela durante muchos años seguidos.

 

PREDICCIÓN DEPORTIVA · 2026

  • el título nacional estará disputado entre un grupo reducido de potencias tradicionales y dos o tres programas emergentes que han aprovechado mejor las nuevas reglas de transferencia y patrocinios.
  • Alabama, seguirá siendo contendiente, pero ya no podrá confiar en la inercia histórica: deberá reinventarse estratégicamente año con año tratando de dejar en el olvido este fatídico año comparándolo con décadas anteriores de supremacía.

 

NFL y soccer global. La NFL continuará su expansión internacional, con partidos en Europa y posiblemente en América Latina, como parte de una estrategia de mercado cada vez más agresiva. Al mismo tiempo, el soccer seguirá consolidando su presencia en Estados Unidos, impulsado por ligas locales más competitivas y, sobre todo, por la realización de la Copa Mundial de la FIFA en el continente americano.

Donald Trump ha intentado capitalizar políticamente este escenario. Ha expresado abiertamente su deseo de ver a la selección estadounidense como campeona del mundo y ha convertido el evento en una vitrina de prestigio nacional. La cercanía política con la dirigencia de la FIFA —incluido un controvertido “Premio de la Paz” otorgado a Trump— y decisiones organizativas que favorecieron el avance del equipo estadounidense hasta instancias avanzadas del torneo han alimentado suspicacias y narrativas de conveniencia política.

 

Mientras tanto, una nueva generación de aficionados redefine el mapa deportivo del país: jóvenes bilingües y biculturales que consumen fútbol americano y fútbol soccer con la misma naturalidad, que siguen la NFL los domingos y la Champions League entre semana. El deporte en Estados Unidos deja de ser un marcador identitario único y se convierte en un espacio híbrido, globalizado y profundamente generacional.

 

El 2026 será un año en el que:

  • Estados Unidos llegará a cuartos de final y, quizá, a la semifinal del Mundial, pero no será campeón del mundo.
  • Si Argentina no repite el título, un equipo europeo se coronará campeón.
  • Indiana u Ohio serán campeones del futbol americano colegial.
  • El deporte seguirá funcionando como válvula de escape emocional en sociedades tensas y polarizadas.
  • Las grandes ligas profundizarán su integración con plataformas de streaming y apuestas deportivas.
  • Y la discusión ética sobre salud, negocio, educación y corrupción en el deporte será inevitable, aunque no necesariamente resuelta.

 

 

PARTE XIII EPÍLOGO

A lo largo de estas páginas he sostenido una misma tesis desde distintos frentes: el 2026 no será recordado como un año de eventos aislados, sino como un momento de acumulación histórica. Política, economía, tecnología, educación, migración, clima, religión, crimen organizado y deporte no avanzan por carriles separados; se afectan mutuamente y forman un sistema de presiones simultáneas que redefine la experiencia cotidiana del poder. Lo que antes se explicaba por crisis sectoriales hoy responde a una lógica estructural: instituciones más débiles, liderazgos más personalistas, tecnologías más veloces que la ley y sociedades más cansadas que organizadas.

El mundo que emerge no está ordenado por reglas claras ni por consensos estables. Está gobernado por transacciones, asimetrías y micromaniobras: decisiones pequeñas con consecuencias enormes, silencios estratégicos, retrocesos normalizados y adaptaciones forzadas.

En ese contexto, la Micropolítica deja de ser un marco teórico y se convierte en una herramienta indispensable para entender por qué el poder ya no siempre se anuncia, sino que se filtra; ya no siempre se impone, sino que se administra; ya no siempre se legitima, sino que se tolera.

Estas predicciones no pretenden clausurar el debate ni ofrecer certezas reconfortantes. Al contrario: buscan incomodar, obligar a conectar puntos y advertir que muchas de las tensiones que hoy atribuimos al futuro ya están plenamente instaladas en el presente. El 2026 no inaugura todos estos procesos, pero sí los vuelve visibles, inevitables y, en muchos casos, irreversibles si no se enfrentan con lucidez colectiva.

El lector habrá notado que ninguno de estos pronósticos es neutral.

Todos están atravesados por preocupaciones éticas, por una biografía intelectual y por la experiencia de alguien que ha observado, durante décadas, cómo el poder se ejerce tanto bajo los reflectores como en los pasillos.

No se trata de adivinar el futuro, sino de hacer visible lo que ya está en marcha.

 

Si el 2026 se parece, aunque sea parcialmente, a lo descrito en estas páginas, no será porque yo tuve razón, sino porque como sociedades no supimos, no quisimos o no pudimos cambiar el rumbo a tiempo.

Ojalá me equivoque en lo peor. Ojalá acertemos, colectivamente, en lo mejor.

Mientras tanto, aquí quedan Las Predicciones del Dr. Cuéllar para 2026:

un mapa incompleto, discutible, pero honesto, para orientarse en medio de la tormenta.

 

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