EN SÍNTESIS

por Alfredo Cuéllar

PROVOCAR PARA TENER PODER

Donald Trump ha convertido la provocación en una forma de poder. Su estrategia comunicativa —una práctica que hoy muchos analistas llaman trolling político— se basa en provocar, dividir y atraer atención a través de la exageración constante. En vez de gobernar con argumentos, gobierna con estímulos.

Durante años, esa táctica le permitió dominar la escena pública: cada palabra suya generaba reacción, y cada reacción ampliaba su visibilidad. En un ecosistema mediático saturado por las redes sociales, donde el escándalo produce más tráfico que la verdad, la controversia se volvió su método de control. Trump entendió que el ruido también es poder.

SE AUTODESTRUYE

Pero toda estrategia basada en el ruido es, a la vez, autodestructiva. La política del sobresalto desgasta incluso a quienes la practican. Lo que al principio fue una ventaja —su capacidad para imponer agenda— se transforma gradualmente en una trampa: la de tener que provocar cada vez más para seguir siendo visible. En esa espiral, el poder deja de gobernar y empieza a reaccionar a sí mismo.

La Micropolítica nos enseña que la provocación es una energía de corto alcance: moviliza emociones, pero no construye legitimidad. La atención se obtiene; la confianza se cultiva. El líder que confunde influencia con credibilidad termina dependiendo del espectáculo, y el espectáculo, tarde o temprano, se agota.

INCAPAZ DE OFRECER UNA VISIÓN

El oportunismo comunicativo tiene un precio. Cuando la exageración se vuelve norma, la palabra pierde valor; cuando la ironía sustituye al diálogo, la autoridad se desvanece. Trump representa el modelo de un liderazgo que se alimenta de su propio eco: eficaz para conquistar titulares, incapaz de generar visión.

La historia política muestra que los poderes fundados en la manipulación simbólica terminan erosionados por el mismo mecanismo que los sostuvo. En el caso de Trump, su trolling fue un instrumento de ascenso, pero amenaza con ser su ruina. La sociedad que alguna vez lo premió por su irreverencia podría volverse indiferente ante su estridencia.

EL PODER SE TRANSFORMA DEGRADANDOSE

El poder —enseña la Micropolítica— no desaparece: se transforma o se degrada. Cuando la provocación deja de entretener y comienza a fatigar, el poder del provocador se convierte en su silencio más temido.

El Dr. Alfredo Cuéllar es experto en Micropolítica: El Ejercicio del Poder. Académico y consultor internacional, su obra analiza las dimensiones éticas y culturales del poder en la educación y la sociedad. Comentarios y consultas: alfredocuellar@me.com