Reforzadas por nuevas restricciones, las exportaciones chinas de tierras raras agravan la disputa con Estados Unidos

Nuevas trabas a la exportación de tierras raras tensan la cadena de suministro global y aumentan la presión entre China y Estados Unidos

El comercio internacional de tierras raras escaló como nuevo eje de confrontación entre las dos economías más grandes del mundo, tras la decisión del gobierno chino de imponer controles más estrictos a su exportación. Esta medida, oficializada en el “Anuncio Nº 62 de 2025” del Ministerio de Comercio, exige desde octubre que toda empresa extranjera obtenga aprobación estatal para adquirir estos minerales, además de justificar su uso final.

A comienzos de abril se implementaron medidas previas, cuando China restringió la exportación de siete tierras raras pesadas consideradas esenciales para el sector militar. En ambas acciones, Beijing argumentó motivos de cumplimiento normativo, mientras autoridades estadounidenses las interpretan como una presión directa sobre su industria.

China domina este mercado estratégico. La Agencia Internacional de Energía estima que concentra el 61% de la producción mundial y procesa el 92% de estos elementos. La extracción es costosa y ambientalmente riesgosa, lo que desincentivó su desarrollo en otras regiones.

Estos minerales son componentes esenciales en teléfonos móviles, autos eléctricos, turbinas eólicas, sistemas de guía de misiles y equipos médicos de precisión. Su ausencia puede afectar desde la cadena de suministro civil hasta la capacidad operativa de defensa.

Donald Trump respondió firmando una orden ejecutiva para investigar la dependencia nacional de minerales estratégicos. “Los minerales críticos, incluidos los elementos de tierras raras, son esenciales para la seguridad nacional y la resiliencia económica”, señala el documento emitido en abril. Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, entre 2020 y 2023, el 70% de las importaciones estadounidenses de tierras raras provinieron de China.

El secretario del Tesoro, Scott Bessent, también condenó las restricciones: “Esto es China contra el mundo. Han apuntado con una bazuca a las cadenas de suministro y a la base industrial de todo el mundo libre, y no vamos a permitirlo”. Entre las medidas evaluadas por la administración estadounidense se encuentra la imposición de un nuevo arancel del 100% a productos chinos.

Un análisis del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) advierte que tecnologías militares clave como los F-35, los misiles Tomahawk y los drones Predator dependen de tierras raras pesadas. “El impacto en la industria de defensa de Estados Unidos será sustancial”, aseguró Kruemmer.

Frente a esta situación, Estados Unidos considera ampliar acuerdos con proveedores alternativos como Australia, Groenlandia y Ucrania. Sin embargo, la investigadora Marina Zhang, de la Universidad de Tecnología de Sídney, afirmó que “incluso si Estados Unidos y todos sus aliados hicieran del procesamiento de tierras raras un proyecto nacional, diría que tomaría al menos cinco años alcanzar a China”.

Aunque el conflicto comercial se intensificó, persisten canales diplomáticos activos. “Creo que China está abierta al diálogo y soy optimista de que se puede reducir la tensión“, sostuvo Bessent. Por su parte, el canciller chino Wang Yi declaró que ambas partes deben “mantener una comunicación efectiva” para abordar sus diferencias y preservar la estabilidad.